LA RESURRECCIÓN DE JESÚS Y SU PRESENCIA SIEMPRE VIVIENTE

Nada es imposible para Dios ni para sus grandes devotos. En la resurrección de Jesús, nuestro Creador nos asegura que los devotos que han alcanzado la unión con Él pueden manifestar, si así lo desean, no sólo la inmortalidad del alma sino también la del cuerpo.

El drama entero de la vida de Jesús fue un testimonio de la supremacía del espíritu del hombre sobre la materia. Él se había encarnado voluntariamente en un cuerpo humano, adoptando sus limitaciones inherentes, a fin de mostrar a las almas que se encuentran cautivas de la materia cómo vencer todas las formas de engaño que les fueron impuestas por el vasto poder del Satanás Cósmico. La resurrección de Jesús demostró la consumación de esa victoria: «y el último enemigo en ser destruido será la Muerte». Corintios 15:26.