EL MAESTRO ERA EN CIERTO MODO COMO EL UNIVERSO: LO SABÍA TODO, LO PERCIBÍA TODO

Entré en contacto con el Maestro y con las enseñanzas de Self-Realization en otoño de 1945 de un modo totalmente inesperado. Yo había intuido que algo se estaba acercando a mi vida, y afirmé: «Señor, si existes, te desafío a que me lo demuestres». Era una exigencia muy fuerte. Dos semanas después, una amiga mía vino y me dijo simplemente: «Vamos a Hollywood».
Nunca me imaginé que íbamos a ir a un templo, al Templo de Self-Realization Fellowship. Y cuando mi amiga me dijo el nombre, pensé: «Bueno, ¿qué significa eso?». Supuse que tal vez habría allí una especie de clérigo filósofo que hablaría sobre alguna clase de pensamientos filosóficos en torno a la religión, o algo así.
Pero cuando apareció el Maestro y lo vi, pensé: «No es un ser corriente. Este hombre conoce a Dios». A menudo pienso: «¿Cómo puedes explicarle a alguien la omnisciencia?».