FE Y ATENCIÓN: DOS FACTORES NECESARIOS

Si se desea que una afirmación alcance la supraconciencia, dicha afirmación debe estar libre de toda duda e incertidumbre. La atención y la fe son como antorchas capaces de conducir hasta las mentes subconsciente y supraconsciente incluso aquellas afirmaciones que se practican sin una plena comprensión de su significado.

La paciencia y la repetición atenta e inteligente operan maravillas. Las afirmaciones practicadas para sanar perturbaciones físicas o mentales crónicas deben repetirse con frecuencia, profundidad y continuidad (sin prestar ninguna atención a las condiciones persistentes adversas, si las hubiera) hasta que lleguen a formar parte integrante de nuestras más hondas convicciones intuitivas. Es preferible morir -si la muerte ha de llegar- con la convicción de poseer una salud perfecta, antes que con la idea de ser víctima de un mal físico o mental incurable.

Aun cuando, de acuerdo con el conocimiento actual del ser humano, la muerte constituya irrevocablemente el fin de nuestro cuerpo, el poder del alma es capaz de modificar la «hora señalada».

Afirmación para desarrollar la sabiduría:

¡Oh Padre Celestial, oh Madre Cósmica, oh Maestro mío, oh Amigo Divino!

Solo he venido, y solo me voy; sólo Contigo, Contigo sólo… sólo Contigo, Contigo sólo.

Tú construiste para mí una morada, una morada de células vivientes, para mí.

Tuya es esta morada mía: la edificó tu vida, y por tu fortaleza fue creada. Perfecta es tu morada. Tu morada es perfecta.

Yo soy tu hijo, Tú eres mi Padre; ambos moramos en un mismo templo, ambos moramos en este templo de carne, en este templo de carne. Tú estás siempre aquí, conmigo, en mi altar palpitante.

Me separé de Ti y, distante, con la oscuridad jugué. Me separé de Ti y, distante, con el error jugué. Cual hijo rebelde, el hogar abandoné. Mas, rodeado de sombras, he regresado; rodeado de sombras y marcado con el lodo de la materia, he regresado. Tú estás aquí, mas no puedo verte; tu morada es perfecta, mas no puedo verla. Estoy ciego; tu luz está aquí, pero por culpa mía no veo nada. ¡Oh!, mía es la culpa de no ver nada. Tras la cortina sombría, tu luz se asoma, tu luz se asoma.

Juntas, oscuridad y luz, no pueden permanecer, no pueden. Juntas, ignorancia y sabiduría, no pueden permanecer, no pueden. ¡Arroja, oh, arroja de la morada mía la noche sombría, mi noche sombría!

Las células de mi cuerpo, de luz están hechas; las células de mi cuerpo, de Ti están hechas. Porque Tú eres perfecto, son perfectas; porque Tú eres Salud, son sanas; porque Tú eres Espíritu, son Espíritu; porque Tú eres Vida, son inmortales.

Paramahansa Yogananda. Libro «afirmaciones científicas para la curación». Pág 12 y 96.