EL AMOR DIVINO: LA META SUPREMA DE LA RELIGIÓN Y DE LA VIDA

Acercose uno de los escribas que les había oído discutir y, advirtiendo lo bien que les había respondido, le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos» (Marcos 12:28-31).

[…] Un renacimiento en el amor a Dios y al prójimo tal como propugnó Jesucristo daría origen a un espíritu de unidad que ayudaría a sanar los males del mundo.

La armonía y la fraternidad llegarán a la tierra a través sólo de la comunión con Dios. Cuando percibimos realmente la Presencia Divina en nuestra propia alma, se despierta en nosotros el amor por el prójimo -judío y cristiano, musulmán e hindú- al tomar conciencia de que nuestro Ser verdadero y el Ser de todos los demás son, por igual, almas o reflejos del único e infinitamente adorable Dios. Los planes políticos y sociales utópicos producirán escasos beneficios perdurables hasta que la humanidad aprenda la ciencia eterna por medio de la cual los seguidores de todas las religiones pueden conocer a Dios en la unidad de la comunión del alma con el Espíritu.

Observar el «primer mandamiento», como fue expuesto por Jesús, es la obligación central de la vida del hombre; quedan, así, subordinadas y al servicio de dicha observancia la hueste de absorbentes responsabilidades que el ser humano acumula sobre sí. Jesús apoyaba el mandamiento bíblico que dice: «Honra a tu padre y a tu madre», pero ama a Dios de manera suprema. Padre, madre, amigos, seres amados: todos ellos son regalos de Dios. Ama al Amor Único que permanece oculto detrás de todos los disfraces bondadosos. Ama a Dios en primer lugar y sobre todas las cosas; de lo contrario, incontables serán las ocasiones en que Él visite tu corazón y se marche de nuevo sin que le reconozcas ni le des la bienvenida.

Es de suprema importancia estar con Dios ahora. Su amor es el único refugio en la vida y en la muerte. Debes utilizar el tiempo del mejor modo posible. ¿Por qué no aprovecharlo para recobrar tu unidad con el Creador de este Universo, nuestro Padre Infinito?

Paramahansa Yogananda. Libro “El Yoga de Jesús”. Pág 102, 112