LA AYUDA SUPREMA SE PRESENTA AL “SINTONIZARNOS” CON EL ESPÍRITU

LA AYUDA SUPREMA SE PRESENTA AL “SINTONIZARNOS” CON EL ESPÍRITU

Somos cual niños pequeños que han sido abandonados en el bosque de la vida, y se han visto forzados a aprender a través de sus propias experiencias y dificultades, cayendo en las trampas de la enfermedad y de los malos hábitos. Una y otra vez nos vemos obligados a clamar pidiendo ayuda. No obstante, la Ayuda Suprema sólo viene a nosotros cuando nos sintonizamos con el Espíritu.

Cuando quiera que te encuentres en dificultad, ora: «Señor, Tú estás dentro de mí y en torno a mí. Me encuentro en el castillo de tu presencia. He estado luchando a través de la vida, rodeado por todo tipo de enemigos mortales. Pero ahora comprendo que ellos no son realmente agentes destructivos para mí, sino que Tú me has colocado en esta Tierra para poner a prueba mi fortaleza; éste es el único objetivo de mis dificultades. Estoy dispuesto a luchar en contra de los males que me rodean; los conquistaré a través del poder omnímodo de tu presencia. Y cuando haya terminado con la aventura de esta vida, diré: “Señor, no fue fácil ser valiente y luchar; pero cuanto mayor fue mi terror, mayor fue también la fortaleza que Tú me diste. Ello me permitió vencer, y tomar plena conciencia de que estoy hecho a tu imagen. Tú eres el Rey de este universo, y yo soy tu hijo, un príncipe del universo. ¿Qué puedo yo temer?”».

Tan pronto como te percatas de que has nacido como un ser humano, tienes ante ti todo tipo de temores; y no parece existir escapatoria alguna. No importa cuantas precauciones adoptes, siempre habrá algún riesgo, en alguna forma. Tu única seguridad yace en Dios. Ya sea que te encuentres en la jungla africana, en la guerra, o atacado por las enfermedades y la pobreza, simplemente dile al Señor, y cree en lo que afirmas: «Estoy atravesando el campo de batalla de esta vida en el interior del carro blindado de tu presencia. Estoy protegido».

No existe ninguna otra forma de seguridad. Haz uso del sentido común, y confía plenamente en Dios. Lo que te sugiero no es algo excéntrico; sólo te urjo a afirmar y creer, no importa lo que suceda, la siguiente verdad: «Señor, solo Tú puedes ayudarme». Son muchos los que caen víctimas de la enfermedad y de los malos hábitos, y no son capaces de erguirse nuevamente. Jamás digas que no te es posible escapar; tus tribulaciones son sólo temporales. Incluso el fracaso de una sola vida no basta para decidir si eres o no un éxito. El vencedor adopta la actitud siguiente: «Soy un hijo de Dios. No tengo nada que temer». Así pues, no abrigues temor alguno. La vida y la muerte no son sino diferentes procesos que se desarrollan en tu conciencia.

Paramahansa Yogananda. Libro «Vive sin miedo». Pág 6.

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