
KARMA YOGA: EL SENDERO DE LA ACCIÓN ESPIRITUAL
Incluso el hombre sabio -¡y no digamos las personas comunes!- comprueba que sus sentidos están gobernados por sus características generales o tendencias inherentes. Esto significa que los sentidos, conforme a los hábitos creados a través de las previas acciones prenatales y postnatales, manifiestan una atracción irresistible hacia determinadas cosas y un rechazo hacia otras. El comportamiento y el carácter básico de todo ser viviente está determinado por las leyes de la Naturaleza, pero más específicamente por el karma colectivo o el principio universal de causa y efecto. Sin embargo, cada persona está sujeta además a su karma individual anterior, que determina sus estados de ánimo, inclinaciones y hábitos característicos, los cuales gobiernan sus pensamientos y acciones. La supresión superficial o la simple limitación de los efectos externos no bastan para alterar el curso de las leyes de la Naturaleza.
Puesto que el apego y la repulsión hacia los objetos que los sentidos perciben son el resultado de las inclinaciones kármicas creadas por el hombre mismo y son la causa de su cautiverio, es preciso eliminar esta doble obstrucción del sendero hacia la liberación. El hombre debe seguir los dictados de la sabiduría, mas no los estados de ánimo y hábitos prejuiciosos, que se hallan regidos por dos dictadores: la atracción y la repulsión. Atormentar a los sentidos-como ocurre cuando uno emprende prolongados ayunos para controlar la gula, o se acuesta sobre un lecho de clavos para eliminar el deseo de dormir en un cómodo colchón, o reprime en forma drástica sus poderosas inclinaciones- no ayuda a liberarse de los recónditos deseos, que se alimentan de los impulsos pertinaces adquiridos con anterioridad.
Todo el universo está gobernado por las leyes del karma; nadie puede escapar de ellas con el uso de la fuerza bruta. Sólo al domesticar gradualmente los sentidos a través de la experiencia sensorial guiada por la sabiduría y por medio del autocontrol puede el ser humano liberarse de su identificación con los apegos y repulsiones.
El amante de la verdad no debería imitar bajo ninguna circunstancia al esclavo de los sentidos, que ni siquiera está dispuesto a luchar por su libertad. El devoto sincero jamás debe cejar en sus esfuerzos por vencer todos los impulsos del apego o la aversión sensorial.
El alma, como imagen perfecta del Espíritu, se halla siempre en un estado de plenitud. La pseudoalma o ego de una persona identificada con el cuerpo jamás está satisfecha. Dado que se encuentra esclavizada por los apegos y aversiones de los sentidos, la diversificada mentalidad del ego es incapaz de percibir la eclipsada dicha incondicional del alma. Para evitar esta calamidad, es preciso rechazar las inclinaciones duales naturales o las creadas por el hábito, impidiendo así la aniquilación de la divina dicha interior.
Paramahansa Yogananda. Libro «El Bhagavad Guita – La ciencia suprema de la unión con Dios – Vol I». Pág 476