LA DIVINA RELACIÓN ENTRE MAESTRO Y DISCÍPULO

LA DIVINA RELACIÓN ENTRE MAESTRO Y DISCÍPULO

El doctor Lewis viajó a Los Ángeles para participar en la segunda Convención de estudiantes e instructores de Self-Realization, que tuvo lugar en diciembre de 1937. Cuando le llegó el momento de hablar, las palabras del doctor Lewis brotaron de una fuente de amor por Paramahansaji, y dijo:

«Elegí el tema «Mi Gurú» por ser el más íntimo y querido para mí. Toda la comprensión espiritual que poseo o espero alcanzar se la debo a él, mi Gurú, Paramahansa Yogananda. La primera vez que me senté a sus pies, en 1920, en mi corazón abrigaba una sincera desconfianza. Pero cuando me instruyó y vi la compasión en sus ojos, me sentí abrumado. Algo que había permanecido dormido, algo que yo había olvidado, brotó dentro de mí. Desde entonces, ese algo ha permanecido conmigo. La amistad y los lazos humanos ordinarios palidecen ante la luz de la relación divina entre maestro y discípulo».

Muchas veces le expuse mis preocupaciones a Paramahansaji, pero nunca turbaron su serenidad. Recuerdo haberle preguntado en una de aquellas ocasiones: ¿Cómo puede usted tener tanta entereza y convicción?

-Doctor -replicó-, recuerda esto: el mismo Padre que me protege a mí, te protege a ti, pues es nuestro Padre común.

“Al avanzar trabajosamente por este sendero, ese consejo ha sido para mí una fuente de inspiración”.

En un artículo publicado en la edición de abril de 1937 de la revista Inner Culture (actualmente Self-Realization), el doctor Lewis se refirió a su Gurú de la siguiente maneга:

«Cuando él y yo nos sentamos en la alfombra de piel de tigre, disfrutando de la presencia de Dios, y observé su rostro, no percibí en él ostentación alguna de una aptitud superior, que bien podría haber expresado, porque ser capaz -por medio de su gran serenidad y elevación espiritual- de ayudar a otra persona a percibir la Conciencia Divina no es una proeza desdeñable. En lugar de ello, mostraba una expresión de humildad, amor y suprema satisfacción por el hecho de que otro hijo de Dios pudiese, como él, disfrutar de la presencia y bienaventuranza del Señor, nuestro Padre común. Para mí, tal humildad ha sido y será siempre una fuente de profunda inspiración. En mi opinión, ésta es una característica de la verdadera grandeza».

Libro «La vida del Doctor Minott W. Lewis». Pág 26

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