LAS FUERZAS PSICOLÓGICAS CONTRARIAS AL ALMA

LAS FUERZAS PSICOLÓGICAS CONTRARIAS AL ALMA

Cada vez que se sienta invadido por la ira, el aspirante a yogui debe tener siempre presente: «¡Ése no soy yo!». Cuando su autodominio se vea desbordado por la sensualidad o la codicia, debe decirse a sí mismo: «¡Ése no soy yo!». Cuando el odio amenace oscurecer nuestra auténtica naturaleza con una máscara de emoción despreciable, debemos disociarnos enérgicamente de tal emoción y afirmar: «¡Ése no soy yo!». El devoto aprende a cerrar las puertas de su conciencia para impedir la entrada a los visitantes indeseables que buscan alojarse en su interior. Y cada vez que otras personas le utilicen o le maltraten, pero aun así sienta palpitar en su interior el sagrado espíritu del perdón y del amor, podrá afirmar entonces con toda convicción: «¡Ése sí soy yo! ¡Ésa es mi verdadera naturaleza!».

La meditación yóguica consiste en el proceso de cultivar y estabilizar la percepción de nuestra verdadera naturaleza a través de la aplicación de leyes y métodos psicofísicos y espirituales definidos mediante los cuales se sustituye el pequeño ego, la defectuosa conciencia humana hereditaria, por la conciencia del alma.

Cada noche, antes de retirarse a descansar, la persona mundana, el moralista, el aspirante espiritual y el yogui -al igual que el devoto- deberían preguntarle a su intuición si fueron sus facultades espirituales o sus inclinaciones materiales hacia la tentación las que ganaron las batallas del día:

  • entre los buenos y los malos hábitos;
  • entre la templanza y la codicia;
  • entre el autocontrol y la sensualidad;
  • entre el deseo honrado de obtener el dinero necesario y las ansias desmedidas de poseer riquezas;
  • entre el perdón y la ira;
  • entre el gozo y el pesar;
  • entre la afabilidad y la hosquedad;
  • entre la bondad y la crueldad;
  • entre la generosidad y el egoísmo;
  • entre el valor y la cobardía;
  • entre la confianza y el temor;
  • entre la fe y la duda;
  • entre la humildad y la soberbia;
  • entre el deseo de comulgar con Dios en la meditación y el inquieto afán por emprender actividades mundanas;
  • entre los deseos espirituales y los materiales;
  • entre el éxtasis divino y las percepciones sensoriales;
  • entre la conciencia del alma y la conciencia del ego.

Paramahansa Yogananda. Libro “El Yoga del Bhagavad guita”. Pág 52