ORIGEN DEL EFECTO DE LAS AFIRMACIONES

ORIGEN DEL EFECTO DE LAS AFIRMACIONES

La palabra del hombre es el Espíritu en el hombre. Las palabras habladas son sonidos producidos por las vibraciones de los pensamientos. Los pensamientos son vibraciones emitidas por el ego o por el alma. Deberías saturar cada una de tus palabras con las poderosas vibraciones de tu alma. Si un hombre es incapaz de infundir en sus palabras la fuerza del espíritu, el suyo es un lenguaje muerto. Cuando hablamos demasiado, o cuando exageramos o falseamos los hechos, nuestras palabras se vuelven tan inefectivas cual balas de papel disparadas con un rifle de juguete. Es por ello que tanto las palabras como las plegarias de personas locuaces o inescrupulosas en su lenguaje, suelen carecer de poder para operar un cambio positivo en el curso de los acontecimientos. Las palabras de los hombres deberían expresar no solamente la verdad, sino también su propia comprensión y realización [de dicha verdad]. Un lenguaje desprovisto de la fuerza del espíritu, se asemeja a una coronta de maíz desprovista de sus granos.

No existe nada superior a la Conciencia Cósmica o Dios. Su poder sobrepasa infinitamente los límites de la mente humana. Así pues, busca sólo Su ayuda, lo cual no significa que deberías volverte pasivo, inerte o crédulo, así como tampoco que deberías despreciar el poder de tu propia mente. El Señor ayuda a quienes se ayudan a sí mismos. Él te ha dotado de los poderes de la voluntad, la concentración, la fe, la razón y el sentido común, con el objeto de que hagas uso de ellos en tus esfuerzos por liberarte de las perturbaciones físicas y mentales. Deberías aplicar todos estos poderes, más apelando simultáneamente a la ayuda de Dios.

Al emitir tus oraciones o afirmaciones, hazlo siempre con la confianza de que estás empleando tus propios poderes recibidos de Dios ya sea para sanarte a ti mismo o a otros. Pide la ayuda divina; más simultáneamente toma conciencia del hecho de que eres tú mismo quien está haciendo uso, como un amado hijo del Señor, de los dones que has recibido de Él -la voluntad, la emoción y la razón- para resolver todos los complejos problemas de la vida. Debería establecerse un equilibrio entre el concepto medieval de la dependencia total del hombre con respecto a Dios, y el hábito moderno de depender totalmente del ego.

Paramahansa Yogananda. Libro «Afirmaciones científicas para la curación». Pág 19

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