SAN LYNN: EL MAGNATE QUE SE CONVIRTIÓ EN UN SER ILUMINADO POR DIOS

Los periódicos comentan el extraordinario éxito material de James J. Lynn y cómo se ganó un profundo respeto en el mundo de los negocios; sin embargo, no aportan una idea exacta de lo que fue la mayor hazaña de su vida: el logro espiritual interior. Con la práctica del Kriya Yoga obtuvo un progreso espiritual tan extraordinario que Paramahansa Yogananda se refería a él como «San Lynn». El siguiente relato está tomado de la revista Self-Realization que en 1992, con motivo del centenario del nacimiento de Rajarsi, publicó un artículo conmemorativo, el cual arroja más luz sobre la faceta espiritual de este hombre que, además de convertirse en millonario por méritos propios, alcanzó la unión con Dios mediante la práctica de la antigua ciencia del yoga originaria de la India.*

* Extraído del artículo «Rajarsi Janakananda: homenaje en su centenario».

En enero de 1932, James J. Lynn conoció a su gurú, Paramahansa Yogananda, quien más tarde le otorgaría el título espiritual y el nombre de Rajarsi Janakananda. Por aquel entonces, Rajarsi tenía ya éxito en el mundo de los negocios desde cualquier punto de vista. Su vida interior, sin embargo, no estaba a la misma altura. «Mi vida eran los negocios -comentaría él más tarde-; pero mi alma se hallaba enferma, mi cuerpo, deteriorado, y mi mente, intranquila. Estaba tan nervioso que no podía sentarme quieto ni por un momento».

«Yo era un hombre completamente frustrado -declaró en otra ocasión-. Pensaba que el dinero me daría la felicidad, pero nada parecía satisfacerme. Vivía en un estado de nerviosismo y de tensión, en un estado interno de incertidumbre. En esas circunstancias conocí a Paramahansa Yogananda y comencé a practicar el yoga».

Las escrituras de la India afirman que cuando un gran maestro viene al mundo con la misión divina de elevar el nivel espiritual de la humanidad, trae consigo discípulos aventajados de encarnaciones pasadas que le ayudan a realizar su tarea. En 1942, durante una de sus charlas, Paramahansaji se refirió a ello cuando dijo: «Un gran santo de la India solía clamar: «¡Oh, amados míos!, ¿dónde están? Vengan a mí. Dondequiera que estén, vengan a mí». Y, uno a uno, fueron llegando, como discípulos en su vida presente. Lo mismo ocurre con mis discípulos más cercanos: los conocía desde antes. […] Cuando oí el nombre del señor Lynn, supe que lo había conocido con anterioridad. Yo sabía que me sería enviado alguien como él».

En 1932, en una carta a los residentes del ashram de la sede de Self-Realization Fellowship en Los Ángeles (California), Paramahansaji escribió: «Una de las mayores alegrías de mi vida ha sido trabajar en el ciclo de conferencias de Kansas City, pues allí conocí a algunos estudiantes de Yogoda dotados de una extraordinaria espiritualidad». La receptividad de Rajarsi era tal que, en su primer encuentro, que tuvo lugar en enero de 1932, el Gurú fue capaz de transmitirle la experiencia del samadhi: la unión extática con Dios. En una conferencia impartida en 1933, Paramahansaji dijo: «Un magnate de Kansas City alcanzó la Conciencia Crística el mismo día en que nos conocimos, pues su alma estaba lista. Cuando recibió la técnica de Kriya, dijo: «La vida bulle en el interior de mi espina dorsal. Ésta es la técnica que yo buscaba. He encontrado a Dios». Aquel primer día meditó seis horas conmigo».

Libro Rajarsi Janakananda, un gran yogui occidental. Pág 36

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